LUNES, 6 DE ABRIL
LLUVIOSO, PERO ESTAMOS DE VACACIONES!!!
Siempre encontramos el lado bueno, verdad???
Primer día de las vacaciones de Semana Santa. Os recuerdo que el reto nº 9 anda por ahí... un poco flojillo.
Como no hay deberes, os dejo un video para pasar el rato.
Y, como a mi me gusta mucho leer en vacaciones, os dejo el primer capítulo de la historia de Nora y Currito. CAda día sabremos un poco más de ellos y su increible viaje alrededor del mundo. Atentos.
CAPÍTULO I
Hoy Nora y Currito están
superfelices. Llevan todo el verano con sus abuelos, y, por fin, han conseguido
resolver el gran secreto que esconde la casa de la abuela Lita y el abuelo
Pepe.
Pero, ¿quién son Nora y Currito?
Pues son dos primos.
Nora vive en Gijón y Currito
en Londres. Aunque se quieren mucho, se ven muy poquito, así que sus madres,
Lola y Ana, han decidido que pasen el verano en Moreda, el pueblo minero donde
los abuelos tienen una casita muy antigua, que era la casa donde la abuela Lita
vivía con su papá y su mamá, o sea, la casita de los bisabuelos de Nora y
Currito
Allí los dos están felices.
Pasean con su abuela Lita por el bosque cercano a su casa, cogen moras,
preparan carreras de caracoles o corren detrás de las mariposas. Otras veces
van con el abuelo Pepe a pescar o bañarse al río con otros niños y niñas que
viven en el pueblo y que les enseñan montones de juegos que no conocen. En
ocasiones, después del baño, la abuela Lita va a buscarlos y juntos van a un merendero
cercano donde comen una tortilla deliciosa y de postre el mejor helado que
nunca antes habían probado. Pero a Nora y Currito lo que más les gusta es estar
solos, jugando por la casa, investigando y disfrutando de todos los secretos que
esconden los viejos armarios o la alucinante carbonera, el espacio mágico y
misterioso bajo la casa.
Nora tiene 6 años y vive en
Gijón, con sus padres Lola y Milio y su hermano Diego, que tiene 9 años.
Currito que tiene 7 años vive en Londres, con sus padres Ana y Pedro y su
hermanito Carlos, que tiene 7 meses. A lo largo del año, viajan para verse en
Londres o en Gijón, pero siempre les parece que las visitas duran muy poquito.
Así que este verano está resultando maravilloso.
Ya es 1 de septiembre. En
unos días tendrán que volver cada uno a su casa para empezar al colegio, pero
hoy ha sido una tarde “ALUCINANTE”, por fin, pudieron descubrir el secreto que
persiguieron todo el verano.
El primer día de julio los
abuelos y los dos niños se fueron al pueblo. Currito y Nora estaban encantados
en la casa. Recorrieron cada habitación, abrían y cerraban armarios, cajones,
puertas… A última hora de la tarde, la abuela Lita bajo a los niños a la
carbonera. Era una estancia grande y oscura, a la que se llegaba bajando unas escaleras
bajo la casa, y que hace muchos años servía para almacenar el carbón que usaban
para encender la cocina, poder tener agua caliente, cocinar y calentar la casa.
Después de muchos años, ahora
era un lugar mágico, lleno de objetos antiguos que a Currito y Nora les
parecían fascinantes. Ese día ambos sintieron que aquel sería su lugar favorito
de la casa. En un lateral estaba el taller de la abuela, con sus pinturas,
herramientas, maceteros, cajas, … Allí igual pintaba un baúl pirata que
preparaba un centro de flores silvestres, y Currito era feliz ayudándola. En
esos momentos, Nora se quedaba jugando al ajedrez o pegando los cromos de
futbolistas que le compraba cada mañana el abuelo Pepe, cuando iba a buscar el
periódico.
Pero siguiendo con la
carbonera, en otro lado habían construido una especie de cajón enorme, de
ladrillos, donde almacenaban el carbón, y al fondo, los niños estaban seguros
de haber visto una puerta blanca, que a veces aparecía o desaparecía a su
antojo. Cuando se lo comentaban a los abuelos, parecía que no los entendían, o
que no los creían. Los pequeños bajaban a escondidas a la carbonera para
investigar dónde estaba la puerta, pero nada. Cuando se aparecía, había tantos
trastos por el suelo, que cuando llegaban al lugar en que la habían visto, ya
había desparecido. Otras veces, pasaban horas dando vueltas por la carbonera
sin encontrarla.
Como os dije antes, esta
tarde los niños habían descubierto la puerta, y … algo más.
Había estado todo el día
lloviendo. Por la mañana, Nora y Currito habían bajado con el abuelo Pepe a la
carbonera y habían estado recogiendo y ordenando todo. El abuelo montó unas
estanterías nuevas y los niños colocaron todo en ellas para evitar que estuvieran
en el suelo y les impidiesen de nuevo llegar a la puerta, si aparecía.
Así que, después de merendar, mientras los
abuelos jugaban al parchís un ratito, los dos niños habían bajado muy despacito
a la carbonera. Una vez allí, comprobaron que la puerta azul estaba al fondo de
la sala. ¡Qué ilusión!! Hoy llegarían a la puerta. Ya no había nada en el suelo
que les impidiese el paso. Los dos niños corrieron hasta la puerta y….
Oh.Oh!! la puerta estaba
delante de ellos, pero cerrada. Y, lo más importante, ¡¡NO TENÍA
CERRADURA!! Cómo iban a poder abrirla!!!
Nora y Currito, de repente,
se quedaron muy defraudados. No entendían nada. ¿Para qué servía una puerta que
no se podía abrir?
Empezaron a revisar la puerta
de arriba abajo, y de abajo arriba, y encontraron cuatro siluetas perforadas en
la puerta, cada una con una forma diferente. En ese momento, Nora recordó un
juego que tenía su hermano Diego, y exclamó: “Currito, vamos a buscar pistas.
En el juego de la play de Diego, tiene que completar un puzzle para poder abrir
la puerta que da paso a otro nivel. Si encontramos cómo formar el puzzle igual
encontramos cómo abrir la puerta”
Revolvieron todo lo que
encontraron en la habitación, hasta que…
-
Currito
dijo: “Nora, mira. Hay fotos en el suelo”
-
“No
puede ser Currito. Esta mañana lo dejamos todo ordenado y no quedó nada en el
suelo”
-
“Si,
mira. Ahora si están”
Los niños miraron las fotos.
Eran de la biblioteca de la casa, donde iban a leer cuentos con la abuela Lita
mientras el abuelo Pepe leía el periódico o hacía el crucigrama. En cada imagen
había cuatro círculos rojos. Entonces, decidieron subir a buscar qué era lo que
aparecía rodeado.
Al llegar arriba vieron que
los abuelos seguían jugando al parchís en la cocina, así que se escabulleron dentro
de la Biblioteca. Miraron atentamente la primera foto y fueron buscando lo que
estaba rodeado en rojo: eran libros!!! Fueron cogiéndolos, y dentro de cada uno
encontraron una tarjeta, recortada bastante extraña, también es verdad.
Hicieron lo mismo con las
cuatro fotografías y consiguieron más piezas. Con todas ellas, volvieron a la
carbonera. Allí miraron con atención lo que tenían entre manos y empezaron a pensar
qué hacer con todo aquello: trozos de extrañas tarjetas, cartones con
relieves,… no entendían nada.
Los niños extendieron todos sus
descubrimientos y comprobaron que eran piezas de cuatro puzles. Los completaron
y observaron que cada uno encajaba en uno de los salientes de la puerta, así
que los colocaron y entonces,…
la puerta se abre para dejar ver un precioso baúl rojo.
“Nora, Currito, a cenar que
es tarde” Era la voz de la abuela Lita. El abuelo había preparado una deliciosa
tortilla de patata y los niños se fueron a lavar para cenar, dejando la puerta,
muy a su pesar, para el día siguiente.
OS DEDICAMOS ESTE VIDEO, POR SER TAN GENIALES. PARA TODOS Y TODAS. UN BESAZO ENORME:
Muy precioso
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